Amigos, les traigo un cuento que había subido anteriormente, espero puedan leer y les agrade, les deseo un buenísimo fin de semana.
"Capítulo I – Tiembla y el mundo
cambia
Que nadie suba por favor, que nadie suba, pensó con los
ojos entreabiertos Marcela al subir al ascensor. Apretó rápidamente el botón
para cerrar las puertas de este, la verdad es que tenía un recelo cada vez
que cualquiera tomaba el mismo ascensor que ella, le gustaba subir
sola, inevitablemente antes de que las puertas se cerraran por completo subió
alguien, era su vecino de piso.
Recordó que lo había visto de pasada un
par de veces, un hombre ciertamente muy
lindo pensó, de tez blanca y hermosos ojos azules, aunque tan rechoncho por
Dios, debe comer demasiado.
Se le vino a la mente una loca idea de
ponerlo a entrenar cardio y cambiar sus hábitos alimenticios, aunque sintió que
fue tan cruel pensar eso, ya que tal vez el solo era así por genética, o por
algún tipo de enfermedad, por lo que olvidó el tema.
Él la miro de pies a cabeza admirando su belleza y la saludo afablemente con una sonrisa, en cambio ella respondió tan fríamente que el ambiente completo se congeló, estaba acostumbrado a recibir un trato indiferente por parte de las mujeres en general, más aún si eran tan hermosas, solo volteo y miró al vacío.
De pronto comenzó a temblar muy fuerte y
el ascensor se detuvo bruscamente. Marcela le temía demasiado a los temblores y
no logró disimular la angustia, más aún quedando atrapada en un lugar tan pequeño, peor aún, junto a este
individuo tan descuidado con si mismo.
Quedaron estancados en el sexto piso,
por lo que ella comenzó a respirar con bastante dificultad, mientras que Sergio
solo acertó a tomarla de los hombros con
tal suavidad que ella sintió un leve cosquilleo, enseguida la tomó del rostro
diciéndole que saldrían pronto de allí, tratando de tranquilizarla,, mientras
ella lloró desconsoladamente e inconscientemente lo abrazo con todas sus
fuerzas . sus lagrimas corrían sobre el
pecho de él, su diferencia de estatura era notoria.
Se sentaron en el piso del ascensor y se
tomaron de las manos, mientras él logró calmar aquellas lágrimas que denotaban
tal vez algún hecho traumático del pasado de Marcela referente a los temblores
o terremotos, le contó una serie de eventos muy graciosos que sucedían a diario
en su oficina, lo que la hizo reír
a carcajadas, en ese preciso instante
dejó de llorar, el espacio era tan pequeño que los corazones de ambos se podían
oír acelerados y al mismo ritmo.
Pasó exactamente media hora, aunque
Sergio concibió que solo fueron unos cinco minutos, si bien suena extraño,
estaba feliz de estar encerrado, mas aún con la bella y escultural Marcela, ya
que sintió que sería la única instancia de estar así con ella.
El conserje junto con bomberos, se acercaron,
gritaron si había alguien allí a lo que Marcela gritó que habían dos personas,
internaron sacarlos cuidadosamente, ya que eran muy peligroso porque el
ascensor podía caer.
Gracias a Dios o al destino, salieron ilesos
de aquél lugar, ella volvió a abrazar a su vecino y le agradeció el haberla calmado, luego agradeció a su
conserje y a bomberos. Luego subieron juntos las escaleras de emergencia
hacia el noveno piso.
Estando mucho más calmados, conversaron
un poco , ella le explico que temía a los temblores, porque su padre trabajó
muchos años como supervisor de obra en una minera del norte del país y que
en el último terremoto había quedado
atrapado por 3 días con los demás trabajadores del lugar, a lo que Sergio la miró con ternura, asintió y dijo entender
su temor, diciéndole además que nunca juzgaría a una persona que teme a algo,
tampoco se burlaría de eso. Marcela lo volvió a
abrazar y se despidieron en el pasillo
con un tierno beso en la mejilla.
Pasaron un par de días y ella no volvió a encontrarse con su vecino de piso,
sentía unas extrañas ansias de contactarse con él y saber como se encontraba, aunque
pensó que quizá era un tipo bastante ocupado. Recordó que el día del temblor, él
vestía un elegante traje color gris, lo que denotaba un excesivo trabajo de
oficina debido a que el temblor había ocurrido a medianoche.
Era jueves, y Marcela había tenido un
pésimo día, el director de la escuela en donde trabajaba le había llamado la
atención, una de las personas que entrenaba no apareció a su cita y en el banco no quisieron aceptar
un cheque con el cuál le habían pagado su sueldo de maestra.
Esa misma noche se topo nuevamente en el ascensor con su
vecino, la saludo muy cordialmente a lo que ella tal cual sucedió la primera
vez en ese incidente, lo saludó
fríamente, como si jamás hubiesen sido cómplices aquél día, en esa temible
situación, el rostro de Sergio palideció aún más y miro al piso lamentándose,
moviendo el rostro de un lado a otro, con sus ojos brillantes por unas ganas
absurdas de llorar, pero claro pensó él, jamás una mujer con esas
características desearía siquiera entablar una amistad con él, por lo que
enmudeció ese corto trayecto hacia el noveno piso.
Capítulo II (Veci-Amigos)
Al colocar la llave en la puerta de su
departamento, para ser más exactos el #904, comenzó a murmurar una serie de
calificativos en contra de sí mismo, fue un acto un tanto inconsciente ya que su lamento se oyó prácticamente en
todo el edificio:
-
Claro,
era obvio que una chica como ella
no iba a recordar a este obeso mórbido,
soy un estúpido, nadie jamás me haría caso ni para una amistad, vergüenza debe
sentir al haber quedado atrapada conmigo ese día, vergüenza debería sentir yo
por mi aspecto tan indeseado.
-
¡Perdón!-dijo
Marcela- Como te atreves a hablar así con respecto a tu persona Sergio, no
imagines lo que estoy pensando porque no es así.-lo miró con un rostro
impactado-.
SSergio se sorprendió
bastante, ya que no pensó que ella estaba escuchando lo que murmuraba.
-
Bueno
Srta. Marcela, creí que después de ese terrible episodio en el ascensor,
podríamos ser más que vecinos que no se conocen, no me malinterprete por favor,
me refiero a algo así como amigo-cinos…
-
Marcela
rió de modo muy natural- Eres muy
gracioso vecino, siento haber sido tan indiferente hace un momento, he tenido
un pésimo día, y se que no es tu culpa, de hecho me preguntaba el porque no te
he visto estos días, para volver a agradecer tu espléndida voluntad para
conmigo.
-
El
rostro de Sergio enrojeció como tomate en pleno verano, sonrió muy
coquetamente- He llegado tarde estos
días por mi trabajo, no tienes nada que agradecer, solo fue instinto…voy a
entrar a mi casa ahora, no quiero seguir haciendo el ridículo, hasta pronto
vecina.
-
Un
momento Sergio, no estás haciendo el ridículo para empezar, no quiero que te
vayas con esa fea sensación sobre mi persona, porque no me interesa si eres
gordo, flaco, o pequeño, así que, sin más preámbulo ¿te gustaría
pasar a tomar un café a mi departamento?, vamos…no muerdo- sonrió-.
Sergio asintió sin decir palabra, se
tapó el rostro con ambas manos, pensó que jamás había entrado a la casa de una chica, muy nervioso se
dirigió hacia el departamento de ella (#902), mientras Marcela sonrió al ver el rostro enrojecido de él.
-
Toma
asiento por favor, yo iré a ponerme algo más cómodo.
-
Está
bien, yo espero señorita- dijo Sergio con voz temblorosa-
- ¡Ok,
basta!, dime Marce, así me llaman mis cercanos, no más señorita.
Ya se encontraba bastante nervioso por
entrar al departamento de una chica, más aún cuando ella dijo que “se pondría
algo más cómodo”, y en ella cambiándose
de ropa bajo el mismo techo que él, su imaginación voló, por lo que visualizó el bello cuerpo desnudo de Marcela, con
curvas perfectamente diseñadas por los Dioses, una suave y tostada piel canela, su largo cabello
oscuro cayendo sobre sus maravillosos pechos, esas reflexiones lo llevaron a
tener una espontánea erección la cual gracias a Dios no se notaba por lo ancho
de su pantalón, respiró profundo, limpió la saliva que emanaba de sus labios como si estuviese mirando un jugoso
bistec, trato de calmarse y así evitar
un mal rato por su evidente excitación, pensó en el trabajo que quedó pendiente
en su oficina, se tranquilizó y su
erección decayó.
Al volver de su habitación, Marcela
apareció con un diminuto short de color
lila y una camiseta sin mangas con la imagen de una banda Glam de los años
80-90 llamada “Skid Row”.
-
¡Wow!-
exclamó Sergio- Skid row es una muy buena banda- No lo dijo pero esa ahogada
exclamación fue realmente, por como ese minúsculo atuendo hacia juego con su escultural cuerpo.
-
Si,
me encanta el rock-glam, que bueno que te agraden.
-
Claro,
es una música muy entretenida.- realmente solo pensaba en el hermoso cuerpo de
ella.
-
Ok…Dime
Veci-Amigo, cuál es tu historia, yo creo que desde hoy en adelante podríamos
llamarnos de ese modo.
-
¡Jajaja!,
por supuesto que sí, me gustó ese término, a ver… mi historia no tiene nada
interesante, siempre he sido gordo, estudie ingeniera informática y tengo un
post grado en tecnologías de la informática, trabajo supervisando
implementaciones informáticas para grandes tiendas por departamento, por lo que sí, lo admito, soy un gordo nerd,
amante de los comics y videojuegos, mis padres viven a una hora de la ciudad,
soy soltero obviamente, creo que olvidé desde cuando, tengo una hermana menor, la única por suerte
, esta en el último año de la secundaria, tiene 17 años, es muy inteligente, un
tanto loca, y muy hermosa, a diferencia de mí,
y usted Veci- amiga, ¿cuál es su historia?
-
-
Por
Dios, antes de eso debo indicarte que dejes de decir que eres feo, obeso
mórbido, gordo y ese tipo de cosas, es bastante molesto, de ese modo no voy a
desear ser tu Veci-amiga.
Mi historia es menos
interesante-mientras servía café con galletas para ambos- soy profesora de
educación física, por las mañanas hago clases a niños de kindergarten y en las
tardes trabajo en un gimnasio a dos cuadras de aquí, a veces tengo trabajos esporádicos
entrenando a jóvenes atletas o personas que quieran bajar de peso o sentirse
saludables, novio tampoco tengo hace unos 10 meses, pero eso es muy largo de
contar y no viene al caso. Mmm… mis padres viven en el sur, a unas 12 horas en
bus y unas 2 horas en avión, por lo que solo voy en verano a visitarlos, al
igual que tú tengo solo un hermano, es mayor, tiene 3 hijos, mis sobrinos a los
cuales adoro con el alma, aunque no los vea tan seguido.
-
Yo creo que es más interesante que mi vida
sedentaria y aburrida.
-
Tal
vez si o tal vez no Veci-amigo, pero si te oigo decir algo desagradable hacia
tu persona, te cortaré la lengua, la haré picadillo, la freiré y se la daré
algún gato callejero, muy a lo Hannibal, así que mucho cuidado.
-
Esta
bien, no volverá a pasar, pero que freak
mi vecina la asesina, desde ahora me
tratare con mucho amor o moriré por desangramiento de lengua – carcajada de
ambos-
Se despidieron luego de una larga charla
y una serie de carcajadas y miradas cómplices, se abrazaron y Marcela lo besó
tiernamente en la mejilla, Sergio caminó hacia su departamento cuando Marcela
le gritó
-
¡¡Veci-Amigo!!,
¿que te parece juntarnos cada jueves a esta hora?, ¡ cenamos juntos, yo cocino
y tu traes el postreeeee!
-
¡Me
parece excelenteeee, traeré solo postres saludables y algo para beber!
-
¡Muy
bien, que pases buena noche!
-
¡Tu
tambiéeeen!, besos.
Pasaron las semanas, y cada jueves se reunían a la hora
de la cena, Marcela preparaba comida muy saludable pero no menos sabrosa, y
Sergio llevaba fruta o cualquier producto saludable para postre, incluso
compraba jugos naturales o a veces vino
para amenizar las maravillosas charlas entre ambos.
Uno de esos jueves, cenaban un exquisito
pavo a la plancha, con lechuga y palmitos de acompañamiento, cuando Marcela observo bien a Sergio, su rostro se
veía un tanto más delgado que hacen un par de semanas, por lo que comenzó a notar leves cambios en su peso.
-
Sergio...,
estás bajando de peso por lo que he notado, me parece maravilloso, pero…
¡espero no estés haciendo algún sobre esfuerzo para comer menos eh!-exclamó-.
-
No
Marce, tranquila, yo solo estoy más contento porque no sabia que las verduras
eran tan sabrosas-lanza una carcajada-, la verdad es que ya no me da hambre a
medianoche, he dormido muy buen estos días sin esa ansiedad por comer sin
detenerme, incluso en las mañanas como yogurt light con frutas o cereales,
almuerzo normal, y así sucesivamente.
-
Me
parece muy bien, que te estés cuidando y comiendo saludable, habla muy bien de
ti, y se nota en tu aspecto-sonrió-.
Terminó la cena, se despidieron
cariñosamente como es habitual, y Sergio entro a su departamento, tomo un baño
y se fue a la cama.
Capítulo III (Extraña invitación)
Esa noche se estaba quedando dormido, y
sintió el timbre de su puerta, pero que extraño. Quien viene a molestar a
medianoche, pensó.
-
¡Ya
voy, ya voy, pero quien podría molestar a estas horas!
Abrió la puerta y no había nadie, miró a
todos lados, y pensó que al parecer fue
producto de su imaginación, miró al piso
y encontró un sobre amarillo, en donde aparecía su nombre y en el remitente
decía “Sorpresa”, abrió el sobre, cerró la puerta con su gran trasero, fue
directo a su habitación, se sentó en la orilla de su cama, y leyó en voz alta.
-
“Estimado Sr. Sergio
Henríquez:
Junto
con saludar, nos es grato comunicarle que ha sido cordialmente invitado a
formar parte de los clientes de nuestro
gimnasio “Energía Viva”, por lo que le adjuntamos a esta carta, una tarjeta
platinum con una suscripción de un año sin costo alguno, la cual esta abierta a
utilizar todas nuestras instalaciones y clases, en los horarios que estime convenientes,
de lunes a sábado, lo esperamos el día sábado 2 de abril a las 10:00 Am., uno
de nuestros colaboradores lo estará esperando.
Le
recordamos utilizar el atuendo adecuado para entrenamiento, es decir zapatillas
deportivas, buzo, etc. En conjunto con eso traer por favor, una botella de
agua, una toalla de manos y un candado con llave para utilizar uno de nuestros
lockers, y si lo estima necesario, útiles de aseo personal ya que contamos con
duchas a su servicio.
Sin
más que decir,
Se
despide atentamente:
El
mejor equipo de “Gimnasio Energía Viva”
Pensó en voz alta: "un
momento, ¿sábado 2 de abril?, ¡oh por Dios!, eso es pasado mañana, bueno
técnicamente mañana ya que es pasado la medianoche, tendré que ir a comprar el
atuendo necesario, guardaré esta tarjeta plateada en mi billetera de inmediato,
pero… ¿quién me habrá enviado semejante invitación?, ¿acaso habrá sido Marce,
mi Marce?, no lo creo… tal vez estoy muy
gordito y me quieren utilizar como una rata de laboratorio..."
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