Algo que ni el dinero puede comprar, tal vez este sirva para alargar un poco esta fragilidad, pero no por mucho tiempo.
Recuerdo el doble trasplante al corazón y
pulmón de Sandro con un encabezado en los noticieros y periódicos que decía “Cantante
Sandro superó exitosamente su doble trasplante”, claro decía yo, tan fácil cree
el que es la vida ya que tiene dinero y patrimonio, y aún así murió al mes y
medio de haber sido trasplantado. Luego de eso pensé, así de frágil es la vida don
Sandro, ni todo el dinero del mundo puede contra la muerte, que como dicen es
lo único seguro al fin y al cabo.
Muy bien lo sé, hace dos años exactos murió
el hombre de mi vida, no un novio o un marido, mi padre, un ser maravilloso,
grande, alegre, imponente, lleno de amor y compasión. Cuando sucedió esto le pregunté a Dios muchas
cosas saben, en primer lugar con angustia y rabia, luego con mas calma y
resignación.
¿Acaso
los seres humanos luchamos egoístamente para mantener la vida de un ser
querido?, eso creí hasta que mi padre enfermó. Pues no es así, más que nada es
para que mantenga una calidad de vida lo más digna y grata posible, tratando de
que disminuya el sufrimiento y atenuar el dolor. Aunque es algo agotador saben, la preparación de algo
inevitable nos lleva a la resignación. En
el momento en que un médico se acerca y te dice con condescendencia “no hay
nada más que hacer”, es cuando incluso pasa por tu mente el cómo y de que forma
le dirás a los niños cuando llegue el día, o en donde conseguir un sinfín de
cosas para el funeral o llamar a la familia que incluso no has visto en años.
Y llega el día, y aunque pienses que estás
preparado, pues no, no es así. Creí haber estado cien por ciento consciente del
estado de mi padre y de su situación de desahucio. Ese día en particular cuando
mamá me despertó y me dijo “se fue nuestro viejito” mi desesperación y llanto fue
algo sin control, igual o peor que el aviso de una muerte inexplicable y
repentina. Aunque luego con el tiempo, no diré que es un dolor que disminuye
porque estaría engañándome, pero si es algo con lo que aprendes a vivir.
Lo que intento cada día es cerrar mis ojos,
oír su sonrisa, escuchar su voz y memorizar su rostro, mi miedo más grande es
olvidar esos detalles de él.
Lo más frágil que tenemos en la vida es
ella misma y el momento en donde termina, aunque para mí no termina, los
recuerdos de quienes quedamos mantienen la vida de nuestros seres amados.
Mi consejo: quieran cada día, disfrútenlo al máximo y si no fue un
buen día, intenten buscar el lado positivo de todo, incluso de los momentos
negativos, ya que de estos siempre hay algo que aprender para mejorar la vida
además, nunca estamos solos, siempre hay personas que nos levantan el ánimo o
calman nuestras ansiedades . Rían de los chistes de sus amigos, amen con el
alma, huelan con los ojos cerrados ese
rico café por las mañanas, respiren hondo luego de la lluvia, observen a su alrededor
y maravíllense con los detalles que marcan la diferencia.
Antes de terminar quisiera recomendarles un
libro de uno de mis autores favoritos Mitch Alborn, reconocido por “martes con mi viejo profesor”. El libro es “Llamadas desde el cielo”, Todo el mundo
comienza a hablar de Coldwater, una pequeña ciudad cerca del lago Michigan,
cuando sus habitantes empiezan a recibir llamadas del más allá. Tess se
comunica con su madre; Katherine, con su hermana, que murió hace cuatro años;
el policía Jack, con su hijo Robbie, muerto en la guerra de Afganistán, y la
joven Kelly recibe llamadas de una amiga recientemente fallecida. ¿Es el mayor
milagro jamás visto o un engaño masivo? Sully Harding, un padre de familia muy
afectado por la muerte de su esposa, y Amy Penn, periodista del programa Nine
Actions News, de Alpena TV, empiezan a albergar serias sospechas de que las supuestas
comunicaciones celestiales son un engaño y deciden investigar a fondo el
asunto. Muy pronto, el pueblo se divide entre los que se lo creen todo a pies
juntillas y los escépticos. Pero ¿quién es finalmente el responsable de las
llamadas que se reciben en Coldwater?
No solo reflexiona acerca de la fugacidad
de la vida o la búsqueda de un sentido a la vida, también delibera sobre
aspectos actuales como las TIC -tecnologías de información y comunicación- que
aíslan a las personas de su entorno más cercano mientras que, paradójicamente,
las posibilidades de establecer relaciones a larga distancia se incrementan con
cada nuevo progreso; permiten difundir una noticia a través de Internet en
tiempo real y a nivel mundial- por ejemplo, La primavera árabe en Egipto-; o el
uso moral que realicemos de las mismas. Además, Mitch Albom analiza la
especulación, la corrupción política –e incluso eclesiástica-, la imposición de
creencias, el conflicto entre religión y ciencia, entre otros.
Es una novela esperanzadora que proporciona
al lector una importante lección sobre las segundas oportunidades en la vida.
Mitch Albom nos da una razón para creer en imposibles a través de un gesto tan
cotidiano como levantar el auricular de nuestro teléfono reflexionado acerca de
cuestiones actuales como el poder de los medios de comunicación, el uso de las
nuevas tecnologías o la especulación económica. Una novela concebida para
satisfacer a los seguidores incondicionales del escritor estadounidense, pero
también para aquellos que necesitan un acto de fe en tiempos tan difíciles y convulsos;
porque no es lo mismo oír que detenerse a escuchar. ¡Ring, ring!
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